Bélgica electrónica

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Pensar en Bélgica es hacerlo en coles, gofres, mejillones con patatas fritas y cerveza milenaria. Pero también en música electrónica. Y de la buena. Pasen, lean y bailen.

Bélgica, ese desconocido. ¿Sabéis que el célebre fenómeno rave británico de los 90 tuvo en la primeriza escena electro-techno belga un referente más que evidente hasta el punto de que sin ella quizá no hubiera existido?

¿Y que en Bélgica fue donde géneros -como el house o el techno– cosecharon sus primeros éxitos comerciales? ¿Y que, mucho antes de nuestra Ruta del bakalao ya existió, entre los 80 y los 90, un circuito electrónico, en la zona de Flandes, en la que se movían miles de jóvenes, de club en club, durante los fines de semana?

Sí, amigos de Vicious, del 85 al 95 los flamencos y valones fueron los putos amos de la electrónica en el viejo continente; aunque haya mucha gente que lo ignore o, lo que es peor, no quieren reconocerlo en beneficio de otras escenas más populares, pero realmente menos sustanciosas y decisivas.

Seana Gavin. Spiralled. Visual diary of travels and unravels through Europe in the nineties in the company of a sound system.

En Bélgica trabajan duro, para festejar aún más duro

Y es que por si alguien no lo sabía a finales de los años 50 ya existía la figura del dj en Bélgica. Y no eran precisamente pocos. Algo más adelante, ya en la década de los setenta, todos ellos buscaban el single más raro que pinchar en sus sesiones de fin de semana en clubs míticos como The Groove o el legendario Popcorn que a la postre nominó a ese estilo.

Una mezcla en la que se sinergiaban -con valentía inusitada- amables sonidos pop-soul con temas más oscuros y proto-electrónicos. Incluso se grababan bootlegs para satisfacer su ansiedad.

Allí fue donde los pinchadiscos empezaron a tapar las galletas de sus 45 r.p.m. para que nadie pueda ver el tema que estaba sonando.

Y su afán por comprar la mejor música en vinilo provocó que germinara una incipiente escena de tiendas de discos de importación -poco a poco se fueron situando entre las mejores del continente en aquellos años- y de compañías discográficas que, a la postre, proliferaron ante tal demanda.

Así es como se fue cimentando una industria del single -y del LP- que nutrió a una primera escena de discotecas belgas en las que ya se empezaban a bailar ritmos diferentes, herederos del popcorn autóctono, esa mezcla bailable de disco y soul pinchada a baja velocidad.

Pero, poco a poco, más próximos al funk americano y a la seminal electrónica del momento. Las radios piratas se encargaron de difundir los estilos, eventos y mensajes. Aquellos belgas trabajaban fuerte y se divertían más fuerte aún. Y así siguen.

Desde los míticos Front 242 y el new-beat, allá por los años 80 y hasta la actualidad, pasando por el primer techno europeo y el hardcore más salvaje y peligroso de los noventa. Por Bélgica han pasado el pasado, presente y futuro de la mejor escena club continental. Y en diferentes momentos, muy festejados y añorados, allí se coció y bailó, la más avanzada y oscura electrónica del planeta.

Lo más importante, y lo que la diferencia del resto, es que se trata de una escena musical viva, que no para de mutar y crecer, siempre manteniendo un nivel altísimo.

No new-beat, No party!

A finales de los años 80, emergió la escena new-beat en Bélgica, o lo que es lo mismo: una valiente e inesperada mezcla de techno, EBM, electro, house, acid, darkwave, etc. del que salieron míticos nombres como los de Telex, Praga Khan, Morton Sherman Bellucci, Milk Inc y Sylver, Bassline Boys, The Neon Judgement o Lords of Acid o los ya referidos y canónicos Front 242.

Los icónicos Front 242

Y todo ello apoyado por fenómenos discográficos de la visión, potencia y enjundia de Buzz, Bonzai o R&S Records, entre otros capitostes discográficos belgas. Precisamente el fundador del label del caballito rampante -léase, Renaat Vandepapeliere– junto a los legendarios CJ Bolland y Pascal Gabriel, pueden ser considerados como la santísima trinidad de la mejor electrónica belga de toda su propia historia.

Sonido Belgium: Cantidad y calidad

Tras ellos, seleccionar a artistas belgas contemporáneos -desde finales del siglo pasado y hasta el momento- no es fácil. Hay muchos y muy buenos. Sería un crimen no acordarse de ese Dr Lektroluv que desde el año 2002 ha firmado sesiones, lives y producciones de electro de primer nivel tras su máscara verde flúor. Por supuesto, merece nuestra atención el techno trancero de Marco Bailey.

Algo más tardíos son el trío The Subs. Lo suyo es trance punkarra, analógico y contundente. Otros -como Party Harders, Surfing Leons o Highbloo– también merecen mención especial dentro de esta hornada de artistas y bandas belgas que producen buen dubstep, techno underground, electrónica bastarda, etc. ¿Y, aunque en otro nivel, cómo no nombrar a los danceteros Technotronic del maestro Thomas DeQuincey y Ya Kid K?

Y por supuesto, en un escalón superior, los indispensables 2manydjs & Soulwax, Buscemi, Yves Deruyter, Airwave, Aeroplane (Vito de Luca y Stephen Fasano) y un The Magician que, en este momento, atraviesa por un estado de absoluta gracia sonora.  

The Magician es nuestro artista portada del mes. Lee la entrevista aquí

Ya desde los primeros años del nuevo siglo también son de obligada referencia los divertidos The Glimmers. También M.I.K.E. Push, Fabric Lig, Lost Frequencies, Tom Hades, Kolombo, Joyhauser o Filterheadz y su techno progresivo de muchos quilates.

El drum & bass de Netsky, el tech-house-deep de Nukov & Yelmet o el techno melódico y estilizado de Shimanski Beats. También el bruselense Van Czar que no para de publicar buen techno desde Madrid. Y mención aparte, por su gran popularidad, merecen los casos de las djs y productoras de technote Charlote de Witte y Amelie Lens -ahora mismo en lo más alto de la cresta de la ola techy- y los capos mundiales de la EDM, los hermanos Dimitri Vegas & Like Mike.  

Ejem, Tomorrowland… ¿Quién da más?

Por supuesto, su propia escena de clubs y festivales no se queda corta. Muy al contrario, está más que a la altura de la escena artística autóctona. Qué decir del legendario Wertcher o del I Love Techno, el 10 Days Off, Sensation White o el famosísimo e hiper-gigante Tomorrowland, que se celebra en Boom, en los que pueden sonar de forma simultánea en diferentes escenarios desde techno, hasta EDM, pasando por electro, dubstep, breaks o drum & bass para deleite de 400.000 clubbers de más de 200 nacionalidades.

Tomorrowland forma parte de la marca Bélgica

También, a nivel de clubs, es de obligada referencia hablar del Cherry Moon en Amberes o el Fuse en Bruselas (con el mítico Dj Pierre de residente), el mejor techno del mundo se ha podido bailar entre sus paredes. O la famosa y extinta megadiscoteca Boccaccio de Gante, allá por los felices años 90 en donde los djs pinchaban singles de EBM, a 33 revoluciones.

Club Boccaccio en la ciudad de Gante, años 90

En fin, tan justo y necesario este repaso, casi en formato tributo, a la escena electrónica de un país como el Reino de Bélgica (tan cerca, y a la vez, tan lejos nuestro) en que se hablan hasta tres idiomas oficiales diferentes, pero todos bailan, y disfrutan, al mismo son… ¡electrónico!

Fernando Fuentes, febrero de 2021

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