Entre la pulsión del techno y la ensoñación de la electronica más cinematográfica, Vicius firma en I Dream a Dream un manifiesto creativo que rehúye etiquetas y reclama riesgo. Publicado el 21 de noviembre, el álbum sitúa al productor paulista en una órbita propia: un viaje inmersivo —IDM, EBM, ambient en tensión— que se escucha como quien atraviesa un túnel de neón a cámara lenta. El propio artista lo define como una puerta a su mente y referencias; una respuesta frontal a la complacencia de la escena.
En el plano conceptual, el álbum opera como statement: no todos los cortes buscan el “momento pico”; varios plantean una dramaturgia que trasciende el club para infiltrarse en playlists diarias —sin perder filo—. La herencia de Daft Punk, Underworld, Röyksopp o Gesaffelstein aparece como espectro más que como copia: ecos de hooks sintéticos, largos desarrollos, y ese brillo melancólico que vuelve la dureza emocional.
La trayectoria de Vicius —artista y productor de São Paulo— encuentra aquí su primera gran síntesis. Lejos de la fórmula, apuesta por capas, contraste y narrativa. “Quería invitar al oyente a recorrer mi universo”, resume en la nota de prensa; la frase funciona como brújula y también como advertencia: no se trata de géneros, sino de visión.


