Family Club. 25 años de vanguardia

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Pensar en Family Club es pensar en el viaje a las puertas de la Mancha para pasar una noche maravillosa; pensar en las míticas sesiones de los Luismis; pensar en la de descubrimientos que hemos hecho allí; pensar en un equipo de sonido que suena maravillosamente; pensar en las idas y venidas de la Freeroom a la Open Lounge o a la terraza; pensar en la espera eterna a la Noche de Reyes, a la Remember o al Aniversario… En definitiva, pensar en Family Club es pensar en una de las catedrales de la música electrónica no ya sólo de España sino también de Europa.

 Algo más de 25 años nos separan ya de su nacimiento de Family Club. Y es precisamente debido a dicha efeméride que nos hemos lanzado a escribir este reportaje sobre tan poderoso espacio-tiempo por el que han pasado centenas de miles de personas de diferentes generaciones. Por ello, a lo largo de los siguientes párrafos, la voz cantante no será la nuestra, sino la de las personas que han hecho posible esta historia. 

  • INTRO

Toda genealogía tiene un primer estrato y el de Family Club está en dos nombres, Luciano y Faustino, las personas con las que arrancó todo, hombres sencillos, pero vanguardistas, dicharacheros, pero trabajadores, inquietos, pero coherentes. Con ellos empezó a funcionar este espacio, cuya existencia, en gran parte, se debe a una carambola. 

Porque Luciano, que trabajaba en Madrid, vio la oportunidad de abrir un pub en Sonseca en 1981, el Pub Box, en el que el equipo sonaba muy bien –mejor que el de Family, resalta Luciano–, lo cual le trajo bastantes problemas al estar en los bajos de una finca de viviendas. Debido a ello, en 1987, deja el pub y decide abrir, junto a su hermano, una discoteca más grande, pero a las afueras del pueblo, la sala Naima –que después pasó a llamarse Sausalito–, una discoteca de pop-rock al uso. 

Pero la competencia con el resto de discotecas del pueblo hizo que, al tiempo, y tras un viaje a Madrid –donde visitó los diferentes clubes de la archiconocida Plaza de los Cubos y vio actuar a Óscar Mulero– y a Valencia –donde pasó por todas las discotecas que despuntaban en aquella época–, Luciano cambiase por completo la línea de su espacio. 

Nace así Family Club, en 1995. Y para ello, Luciano organizó un gran equipo de trabajo –con el que se volcó de lleno–, dejando la dirección de las distintas facetas de la sala en manos de Santi, Javi e Inma, la línea musical a cargo de Luismi F –que se ocupó de ella junto a Luismi del Pino– y el sonido como responsabilidad de Tomás Moreno y su hijo, mientras que la importantísima tarea de atraer gente a la sala recayó en Tata, Alberto y  Verónica Gómez –otra de las almas máter de este proyecto desde sus primeros tiempos–Si los Luismis construyeron el sonido de Family y Tomás diseñó la forma en que este se desplegaba por todo el club; Santi, Inma y Javi orquestaron más que bien el camino de la sala y Tata, Alberto y Verónica –que al año del nacimiento de la discoteca se hizo con la dirección de los RRPP–, tenían Sonseca y todas las poblaciones de alrededor plagadas, todas las semanas, de los míticos pases de puerta de Family Club.

Como en todo proyecto, al principio costó echar a andar. Pero, con el esfuerzo del equipo de trabajo –al que, en palabras de Luciano, le hervía la sangre–, la calidad de cada una de las propuestas en la sala –en las que, en palabras de Luis MF, se trabajaba con tesón, atendiendo a las fechas señaladas y la pasión del público e intentando programar siempre atendiendo a las inquietudes del último y ajustándose a cada uno de los eventos, para no solaparse con ellos, contando siempre con los grandes nombres de la electrónica pero sin olvidar a los nuevos valores emergentes–, el gran sonido que tenía y el cuidado de todos los detalles –en limpieza, luces, sonido, difusión, etc.–, Family Club salió adelante sin problemas. 

Así, como recuerda Javier Algarra, otro de los míticos en Family Club, “se planta en la provincia una nueva discoteca en la que se podía escuchar una electrónica mucho más profunda, más inquietante”, haciendo de su visita, cada fin de semana, “una liturgia cada fin de semana, con nervios que comenzaban los jueves y que eran incontrolables los sábados por la tarde”. Y es que Family, parafraseando a Kala –antiguo relaciones públicas del club– es el lugar en el que varias generaciones se criaron y empezaron a amar las músicas de baile. 

  • ORGANIZACIÓN

Como plantea Javier Algarra, “definir Family Club con un estilo es muy difícil. Porque es mucho más que techno y su abanico musical, “inculcado al 100% por LM&LM, ha sido siempre súper amplio: primeras horas de house profundo y elegante tendiendo hacia un house progresivo y llegando a todas las variantes del techno, con el mejor trance entre medios”. 

Y aunque “la Freeroom tenía mucha fuerza sobre el público y costaba hacer que la gente subiese a la sala de arriba”, la Open Lounge, Juan Iborra, su residente, también fue creando su legión de fieles, que creció cuando Algarra se sumó al proyecto, una propuesta que marcó al club e hizo que ambas áreas fueran una en el sentido de que ambas se alimentaban una de otra”. Porque esta área, que al principio solía funcionar muy bien cuando tenía invitados y que en las noches de residentes no solía tener la intensidad suficiente para aguantar al público y era un sitio de paso para desconectar, fue sumando cada vez más público, “un público que nos dio alas para partir y crear algo grande”, comenta Javier, hasta el punto de “convertir la parte de arriba en una copia en pequeño del área principal, con un concepto similar, pero con un toque musical diferente” –en el que el house puro de Iborra se fusionaba con el house duro de Ibarra, llegando en ocasiones a derivar en techno, sin complejos musicales–. Fue tal el progreso de la sala que la dirección del club, “que tenía una filosofía única de renovarse hasta dos veces por temporada en sus programaciones, comenzó a dar a esta área una importancia grandísima”. 

Si a este afán por evolucionar constantemente y estar a la vanguardia de todo le sumamos la última tecnología con la que ha contado siempre, la más que buena selección en cada cartel y un equipo de relaciones públicas implicado y conocedor de la importancia de su trabajo –siempre en contacto con todo el mundo, tanto dentro como fuera–, podemos comprobar que el poderoso devenir de Family Club no ha sido porque sí. Porque el trabajo para conseguirlo ha sido arduo. Así nos lo muestra Verónica Gómez al hablar del modus operandi de este potente entramado. Toma ella la palabra: 

Tras diferentes reuniones en las que se sopesa la orientación artística que llevará el club en cada momento –y se miran otros detalles–, y una vez cerrada la contratación de los artistas y definido el cartel de cada evento, se pone en marcha toda la maquinaria que hace que Family Club funcione. Y ahí entran en juego las figuras de las personas responsables en diseño gráfico, social media y marketing digital, prensa y relaciones públicas, que tienen el peso del curso publicitario y de venta de los eventos. En paralelo, está el proceso del artista liaison, que se lleva a cabo junto con la logística. Y a nivel técnico, también están la preparación de los riders y los ajustes de iluminación, sonido y visuales, que se hacen unos días antes de la celebración de cada evento, para que nada quede a la improvisación durante la noche.

Pero hay más, pues no hay club si la música no fluye como debe. Y la fama que tiene el soundsystem no es porque sí. En este sentido, es importante destacar la labor de Montero y su hijo Tomás, quienes se enfrentaron en su día al gran reto de, en palabras del segundo, “adaptar los equipos para conseguir buenos resultados en espacios amplios”. Gracias a la experiencia de estas dos personas en otros clubs como New World u Omen, habiendo entendido que la música electrónica tiene unas necesidades diferentes a las de otros estilos musicales y tras muchas pruebas para conseguir el sonido deseado, padre e hijo customizaron los equipos con componentes JBL –la fabricación de los recintos se realizaba en Madrid y la amplificación era también JBL– e hicieron que en cada cabina se combinasen diseño y tecnología, “como muestra de poderío ante otras salas” resalta el actual director técnico del sonido de Family, que nos cuenta cómo fue todo: 

A la hora de diseñar la cabina se cumplió con unas necesidades especiales. Debía tener un espacio de trabajo para que 2 DJs pudieran trabajar simultáneamente con unas presiones de sonido muy elevadas. Para ello toda la cabina es un forjado de hormigón con una altura de 1 metro, evitando así acoples en los platos.

Las mesas se modificaban para que funcionaran 2 salidas de auricular independientes simultáneas. Los previos se ajustaban a las cápsulas para evitar su saturación.

Los monitores de cabina debían tapar el retraso del equipo principal. Se instalaron 4 sub de 15″ y 4 satélites de 12″. Era un equipo suficiente para sonorizar muchas salas instalado a 1 m del Dj. A su vez en los ajustes buscábamos evitar la fatiga de los DJs. El interior de la cabina se acondicionó, como el resto de la sala, con trampas acústicas. 

Para el equipo principal se eligieron altavoces de 15″ en las vías de medios y graves, por su rapidez y control. El número de cajas triplicaba las necesidades básicas de la sala con una relación de graves por encima de lo normal.

Fueron muchas soluciones que en la época de los 90 parecían descabelladas y ahora algunos fabricantes las ofrecen como novedosas.

  • UNA CONSOLIDACIÓN CONSOLIDADA

Teniendo en cuenta que, como plantea Luis MF, cuando nació Family Club (1995) “la escena de club en España estaba en pleno crecimiento” y que ello, unido a la inquietud y a las ganas de sumar a la escena por parte del equipo, ayudaba sobremanera a explorar, podemos afirmar que los experimentos de Family Club tuvieron muy grandes conclusiones, pues, a vueltas con Luis MF, “ya para finales de 1996 el club estaba programando y era bastante visible a nivel nacional”, todo un honor para nuestro interlocutor, sabedor de que la sala es uno de los enclaves más importantes en la escena electrónica de España. Es a partir de esta fecha cuando arranca en el club una época –que va desde entonces hasta el año 2005– muy importante para Luis MF, porque según él, sin menospreciar ninguna otra, esta etapa llevará al club a “investigar, descubrir y conocer en mitad de una explosión de cultura electrónica por todos lados, con muchos clubes, un público deseos de nutrirse de música, artistas inquietos, numerosas experiencias e interés por informar y por mostrar lo que estaba pasando musicalmente en aquellos tiempos por parte de los medios de comunicación, algo que favoreció su conocimiento y consumo por parte de todos”. 

En este sentido, hay una fecha que marca un antes y un después en la sala, el 31 de julio del año 2004, el día que el mago Jeff Mills pincha por primera vez en Family Club, un evento muy especial que muchos recuerdan aún con el paso del tiempo. En palabras de Verónica, “este día marcó un punto de inflexión en la visión y la relevancia del club ante el público”. Fue tal la expectación, que “hubo colas de 3 horas para acceder a la sala, se habilitó el área de la terraza con seis pantallas que proyectaban imágenes de lo que ocurría en la Freeroom y se amplió el sistema de sonido para que también se escuchase en ella la sesión del maestro”.

Pero independientemente de que la visita del brujo de Detroit es de vital importancia para comprender la magnitud del club, si por algo ha destacado la consolidación de Family en la escena ha sido por su constancia y su buen hacer para estar a la altura de lo esperado, con eventos como: Product Family, donde, como nos explica Verónica, el público y los residentes son los protagonistas del evento; las All Night Long, los Jueves Santos, las ya mencionadas Noches de Reyes o la sesión matinal –como respuesta a los problemas derivados de la crisis del capital en 2008 pero, sobre todo, para permitir a la gente seguir disfrutando de la fiesta en un espacio seguro y evitar que andase en carretera–, alicientes para aquellos momentos en los que la escasez de ideas para innovar brillan por su ausencia. Y aquí tienen mucha culpa también los Luismis, los cuales se cuidaron sobremanera de mantener la sala a la altura de las expectativas, algo que fueron trabajándose constantemente con el paso de los años, algo que Luis MF corrobora con la siguiente anécdota, pues detrás de sus míticas sesiones 

había muchísimo trabajo, nuestro setup se componía de 4 platos technics y una sola mesa de mezclas, en nuestro caso Rodec 50 aniversario. Siempre estábamos los dos, mano a mano, con más de 7 horas de sesión cada sábado. Y tanto mi compañero Luismi como yo ideamos un sistema para poder tener 2 pre escuchas independientes, todo esto en el año 1997, gracias a tener a nuestro lado a un increíble equipo de profesionales, en este caso a nuestro inseparable técnico de sonido Tomás Montero, que nos ayudó a hacerlo realidad y ponerlo en práctica –algo totalmente normalizado hoy día, ahora que la tecnología ha puesto en manos de todos este tipo de herramientas–, lo cual nos daba la posibilidad de crear sesiones muy dinámicas, eclécticas y divertidas.  Para el público era una gozada vivir todo eso y para nosotros una oportunidad de crear algo muy personal y característico no solo de nosotros como residentes, también del club como marca importante de su identidad. La noche que había invitados, nosotros, como auténticos residentes, nos amoldábamos al estilo de los mismos haciendo siempre el warm up personalizado para cada uno de ellos.

Y no nos olvidamos, una vez más, del equipo de sonido del club, importantísimo en esta consolidación. Porque, en palabras de Tomás, “gracias al alto nivel de exigencia impuesto por Luciano y Faustino”, Family Club ha estado siempre a la última con respecto al mismo, buscando constantemente ser un referente del sector. Porque a pesar de que la sala “es muy compleja, sobre todo en el área Main, donde el suelo comienza con una rampa hacia abajo y luego cambia para volver a su altura inicial con una pendiente de 60 cm que provoca una cancelación en graves en partes de la pista, esto se ha solucionado, en gran medida, con ajustes en el proceso de señal, además de ajustar un arco en el tiro de los subgraves para evitar reflexiones laterales, y modificaciones en el conexionado interno para tener control sobre cada altavoz independiente y poder inclinar la emisión en baja frecuencia”, lo cual nos enseña el gran trabajo que se ha hecho para que Family suene “a un alto nivel de presión durante horas con una baja fatiga auditiva”. Porque los buenos resultados de las mejoras, acompañados de otras mejoras audiovisuales “proporcionaron un gran salto, haciendo que los amantes de la música electrónica otorgaran a la sala el título de Templo”. Porque este club, que “todos los años, al terminar la temporada de verano, revisa y repara todos los equipos audiovisuales y de iluminación y, al volver a instalarlos, cambia la decoración y la posición de la robótica para ofrecer nuevos shows en la siguiente temporada e implementar las últimas novedades”, insistimos, está donde está porque así tiene que ser.

  • ANECDOTARIO

Ninguna de las personas a las que hemos entrevistado ha podido elegir una. Porque 25 años dan para muchas. Pero todas ellas han aportado varias. 

Para Verónica, las mejores están en “el momento de risas que se daba cuando se pedía a los artistas invitados una mini-entrevista o un saludo a cámara para los vídeos del making off… Los ‘corta, corta, que no me gusta’ o el quedarse en blanco en mitad de la grabación eran muy divertidos” y también en el ambiente, que todo el mundo recuerda con mucho cariño, que se creaban en la pista con algunos de los temas que los residentes llegaron a marcar como símbolos de la sala –destacando entre ellos el Mediate, el Arpegia, el Automato, Roads, Jaguar o Evolution–.

Para Javier Algarra, “esos cierres, la media hora antes del cierre de la Freeroom –con el público en éxtasis o los camareros y lightjockeys en lo alto de las barras–, las horas de después, los camerinos, las reuniones semanales y el trabajo día y noche para las fiestas más importantes…

Para Luismi, el haber llegado hasta aquí, algo que aún se le hace difícil pensar “porque han pasado 25 años”, y por lo que se emociona al sentir, cómo el “público de Family Club sigue apoyándonos y siguiéndonos y cómo las nuevas generaciones siguen sintiendo el club como algo suyo”, todo un regalo para el quipo de Family. 

Para Tomás, la fiesta remember de hace dos años, en la que “se estropeó una fase de la acometida principal con 3.000 personas dentro y se equilibró, a base de alargadores, el resto de las fases, bajando el consumo y salvando la noche”. 

  • ÚLTIMAS PALABRAS

Como plantea Luciano –que sabe sobremanera de esto–, y a pesar de los pesares, actualmente hay un proyecto sobre la mesa muy pero que muy bueno. Y si se cuida, si se actúa con cabeza, el futuro que le espera al mismo todavía tiene muy grandes cosas por traernos.  

Como reflexiona Javier Algarra, “si un negocio de este tipo quiere seguir estando latente tiene que mirar constantemente hacia el futuro, sin olvidar el pasado, pero evolucionando sobre la demanda actual. No es fácil. Es una lucha tenaz con los recuerdos, con esa nostalgia del pasado, pero el pasado no es más que eso –un conjunto de recuerdos inolvidables e imborrables–. Ahora mismo, todo es una gran incógnita –incluso para aquellas personas a las que le iba todo rodado. Pero ya desde antes de la pandemia se venía arrastrando una serie de vicios que no beneficiaban en nada a la escena. Así que, si se hacen las cosas bien, hay una gran oportunidad para empezar un nuevo proyecto que genere ilusión y hacer que algunas cosas se queden atrás”. 

Como establece Verónica Gómez, “toca reinventarse en todos los sentidos. Dotar a las salas de una idiosincrasia especial. Poner más en valor a los artistas nacionales, si cabe, reconocer el trabajo –incansable, vocacional y en muchas ocasiones nada reconocido– de los rrpp –cuya opinión ha sido tenida siempre en cuenta por parte del club, pionero en este sentido, a la hora de ofrecer ideas en todos los aspectos– y hacer hincapié en cuidar al público”. Y Family Club, que, en palabras de Verónica, “ha tenido siempre claro que hay que trabajar al máximo para atender a un público entendido y exigente –con una programación coherente y artistas de primer nivel–, estar siempre al día en temas técnicos, acción visual, iluminación, puesta escena, imagen, etc. y ser firme y tenaz a la hora de elaborar sus propuestas” está deseando retomar su devenir al cien por cien con las mejores propuestas posibles para su público dentro de las circunstancias. A pesar de los pesares, hay optimismo.

Como nos cuenta Luis MF, con mucha ilusión y sobre todo fe en el futuro, “salimos de una situación muy complicada para todos, nuestro sector ha sido machacado de una manera constante. Pero, por fin, parece que vemos la luz tras el túnel. Y lo que toca ahora es trabajar y mucho. Los malos momentos nos llevan inevitablemente a momentos de superación y de inspiración. Es el momento de reinventarse, adaptarse y volver a crecer”. Porque “lo mejor está por llegar, no podemos desaprovechar este momento y debemos sacar todo lo positivo que podamos de esta situación”.

25 años, se dice pronto. 25 años de trabajo constante en todos los sentidos. 25 años en los que, como plantea Luis MF, “quiso siempre ser contemporánea de sus tiempos y estar a la vanguardia de una música en continua evolución y de las nuevas tendencias de la música electrónica, teniendo en cuenta que el techno es su seña de identidad, pero dando cabida a otros estilos que han conformado su personalidad”. 25 años de profesionalidad que, tras grandes experiencias y grandes sufrimientos, hacen que la marca esté aún ahí, dando guerra e intentando sumar a una escena en la que tiene voz y voto por méritos propios, con un público del que se ha recibido mucho, un aprendizaje constante y un bagaje lleno de experiencias muy buenas que han marcado la vida de todos sus engranajes humanos.Según Kala, “Family, simplemente, ha sido y será un referente dentro de la escena techno mundial”. Según Javier Algarra, “un club que lleva más de 25 años en pie y perdura en el tiempo se traduce en una evolución positiva, amoldándose a los tiempos de cada época. Las inestabilidades, que han sido muchas, no han podido con él y eso ha sido, en gran parte, a saber adaptarse a los tiempos sin escuchar tantas opiniones diversas”. Según Luis MF, estamos ante una de las casas más importantes en la escritura de la historia de la música electrónica en España, y razón no le falta. 

Larga vida a la Familia del Club de la Mancha.

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