El pasado fin de semana, Blackworks volvió a demostrar por qué se ha convertido en uno de los pilares de la escena techno nacional (e internacional). Durante dos jornadas consecutivas en IFEMA Madrid, más de 20.000 personas convirtieron el recinto en un templo dedicado a las frecuencias más crudas y envolventes de la electrónica actual.
Una experiencia sensorial total
Desde el minuto uno del viernes, el festival dejó claro que no venía a ofrecer “otra rave más”. Producción cuidada, sonido potente, un diseño de luces hipnótico y dos escenarios completamente diferenciados que marcaron el ritmo de una programación pensada para llevar al público al límite.
Contundencia, identidad y cierre de altura
Si el viernes sirvió para prender la mecha, el sábado fue directamente un incendio emocional. El warm-up estuvo a la altura, con KTK, Kegitiv que demostraron que tienen mucho que decir en esta escena. A medida que avanzaba la noche, el recinto se fue llenando de cuerpos en trance, con sets que mantuvieron la tensión sin caer en lo predecible. Desde líneas ácidas a bombos distorsionados e industriales, pasando por momentos más experimentales y pinceladas de hard trance, el abanico sonoro fue amplio pero cohesionado.
Los cierres fueron uno de los grandes aciertos de esta edición. Lejos de buscar solo el golpe final, los artistas que cerraron el festival lo hicieron con una narrativa emocional: intensidad sí, pero también espacio para respirar, conectar y cerrar el viaje de forma honesta. Fueron sets que no solo se bailaron, sino que se sintieron.
Comunidad, respeto y un público ejemplar
Uno de los elementos más valiosos de esta edición fue el ambiente. Blackworks ha conseguido consolidar una comunidad que entiende la electrónica como una forma de vida. El público fue diverso, entregado y respetuoso. Hubo libertad, expresión, y una energía colectiva que se mantuvo constante durante todo el fin de semana.
La organización cuidó los detalles: accesos fluidos, personal atento, tiempos de espera razonables en barras y una gestión de espacios que facilitó la experiencia, incluso en los momentos de máxima afluencia.
Madrid tiene su festival de hard techno. Y es serio.
Blackworks 2025 no solo ha subido el listón: ha reforzado su posición como referencia europea en el circuito del hard techno y derivados. Lo que se vivió en IFEMA no fue una simple acumulación de artistas con BPM altos. Fue una propuesta con identidad, con ambición artística y con un respeto absoluto por la cultura rave.
Desde Vicious, celebramos que Madrid tenga un festival así de sólido, que apuesta por lo extremo sin perder sensibilidad. Blackworks es, ahora mismo, uno de los proyectos más potentes salidos de Europa. Y lo mejor es que parece que no ha hecho más que empezar.