Con “Song v.1.0”, $ELVIS escapa de cualquier molde: el tema no nace de un sintetizador ni de un jam en el estudio, sino de los impulsos neuronales de un babuino. Los científicos de la firma americana grabaron la actividad del cortez motor, tradujeron los datos en señales MIDI y los pusieron en manos de un puñado de productores electrónicos para construir un híbrido entre tecno y electro que late a 124 BPM. El resultado es un corte áspero, high-energy, donde arpegios metálicos se cruzan con un bajo rugoso que recuerda al EBM más musculoso, solo que aquí cada acento rítmico procede, literalmente, del cerebro de otro ser vivo.
Más allá de lo sonoro, la publicación de “Song v.1.0” (desde el 16 de mayo, todas las plataformas) redefine la figura del productor: del control absoluto se pasa a la co-creación con un organismo cyborg, abriendo preguntas sobre autoría y ética que la electrónica apenas empieza a explorar. La propuesta de ELVIS funciona como manifiesto: cuando la biotecnología y la música dialogan, el club se convierte en laboratorio y pista de despegue al mismo tiempo
