Robert Babicz, entre la realidad y la fantasía

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Ahora que todos soñamos con esas noches de club en las que los deseos eran posibles, impacta profundamente escuchar algunos minutos de música de Robert Babicz.

Es como si cada sonido y detalle hubieran sido creados para tocar un punto en tu cerebro que te hace estremecer. 

Hablar a estas alturas de un artista que ha hecho historia y tiene todos los terrenos conquistados en el cosmos de la electrónica no es tarea fácil. Pero sí es interesante recalcar que nuestro artista club del mes de noviembre no ha pinchado un solo vinilo en toda su carrera. Armado de su equipo en cada sesión, ha sabido crear su estilo de manera libre, juguetona y audaz desde los noventa hasta hoy. 

Rob Acid

Cuenta la leyenda que en los noventa, Babicz dormía sobre un colchón en el suelo de un pequeño apartamento en Colonia. Sus únicas posesiones eran sus aparatos para hacer música. Suele decir que no tenía formación musical previa. Simplemente sintió que todo cobraba sentido la primera vez que empezó a improvisar. Fue una auténtica transformación y a partir de ahí, quiso repetir una y otra vez.

Se mudó desde Polonia a Alemania en los 80 y entró en contacto con la cultura acid y rave. Y como un héroe de fin de milenio, se propuso alcanzar el objetivo de compartir con los demás el don musical que había descubierto. Bajo el alias de Rob Acid  consiguió hacer una serie de fiestas memorables en las que techno, acid y trance sonaban furiosamente y desaparecían tras ser interpretadas. Una declaración conceptual cercana al arte experimental que casaba de forma natural en la cultura rave alemana de ese momento.

En dos años (1994) montó su primer sello Junkfood Records, y más tarde un subsello con Michael Zosel, Tabu rec. Fueron años de creación intensa hasta finales de la década, cuando decidió publicar un primer trabajo ambient bajo su nombre actual Robert Babicz

A cheerful temple

La furia ravera de Rob Acid se fue templando con el paso de los años, abriendo los sonidos trance a otras modulaciones sónicas, haciendo el ritmo más pesado y profundo, los matices más orquestales y complejos.

Un Robert Babicz que se siente maduro, confiado y sabedor de que tiene una visión muy concreta de su viaje creativo: dejarlo fluir libremente

2007 abre las puertas de Systematic Recordings y el artista sabe seducir y crecer con un álbum como A cheerful temple, que fue considerado como uno de los mejores del año. A partir de aquí, un recorrido musical que sigue una estela de techno orgánico y melodic. Y siempre cincelado en ese background de fiesta oscura, gracias a la maestría de un Babicz convertido en referente de la producción y colaborador de creadores de software tan fuertes como Native Instruments.

Bedrock Records, Bang Bang o Treibstoff Recordings han sido los sellos por los que fue pasando Babicz hasta fundar Babiczstyle en 2010, un espacio creativo que define sin tapujos como un sello para sacar mi música y la de mis amigos. 

Sonido tridimensional

Robert tiene el raro don de la sinestesia, una variación en la percepción sensorial que hace que el mundo sea un cruce de sonidos, olores y colores. Es capaz de ver la música en 3D y componer cada track como un poema geométrico, esculturas en el tiempo.

Cuando trabaja en el estudio es capaz de ver las imperfecciones en la estructura del sonido y arreglarlas, igual que un pintor lo hace con un toque de pincel.

Esta visión privilegiada del sonido hace que entendamos el rigor que dirige la obra de este ingeniero prodigio. Y por qué empresas como Native Instruments o Apple han acudido a él para ayudarles a diseñar el sonido de sus productos. Es además uno de los ingenieros de masterización más demandados de la industria por su enorme capacidad técnica y sensibilidad con la armonía.

Yo no toco los instrumentos, la gente de la pista me toca a mí afirma risueño este artista sensible y auténtico.

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