Un especial en torno a este género y su devenir desde las raves de los 90 al mainstream de los grandes festivales. De la mano de nuestro colaborador estelar @IvánMorales.
Por todos es sabido que el trance es un estilo especial, exclusivo, diferente. Los seguidores de esta variedad de música electrónica así lo corroboran, y muchos de ellos llegan, incluso, a derramar lágrimas en la pista de baile debido a las infinitas emociones que transmite. Y es que, como afirma una de sus máximas más reconocidas In Trance We Trust, o lo que es lo mismo, Confiamos en el trance.
Desde un punto de vista meramente descriptivo, el trance es un subgénero, dentro de la música electrónica, compuesto por sonidos sintéticos, acordes largos con subidas y bajadas lentas, una base rítmica muy marcada de percusión y graves, y melodías muy elaboradas. Estas melodías suelen ser duraderas y evolucionan a lo largo del tiempo. El trance suele ser más suave y tranquilo para los oídos y para el cuerpo que otros estilos musicales electrónicos, como el techno, pero evidentemente sigue haciendo bailar a quienes lo escuchan. Podríamos decir que es un estilo de música perfectamente diseñado para transportarte, literalmente, a un mundo de armonía, paz interior y felicidad.
Antes de entrar en la que fue su época dorada, aquella de finales del siglo XX y comienzos del XXI, nos centraremos brevemente en lo que el trance evoca desde un punto de vista subjetivo. Partiendo de la base de que es un estilo que hace que nos envolvamos en sonidos que llenan nuestro espíritu y nuestra alma, se nos ocurren una buena cantidad de términos que podrían definir lo que el trance provoca en una pista de baile: emoción, sentimiento, alegría, bienestar, melancolía, reflexión, unión, nostalgia… a la vez que euforia.
En definitiva, un conjunto de estados de consciencia que hacen que nos dejemos llevar por la música, como si viajáramos o nos introdujéramos dentro de ella, y llegáramos a un mundo mágico de emociones… mientras nuestro cerebro realiza miles y miles de descargas de serotonina, dopamina y endorfinas.
Si bien el origen del término trance es incierto, y que sus comienzos han generado diferentes teorías, lo que sí está más claro es que se inició en los albores de la década de los 90; según algunos teóricos, gracias a la formación alemana Dance 2 Trance y su track Power Of American Natives (Blow Up, 1992), mientras que otros consideran que el primer tema trance, definido como tal, de la historia, fue incluso anterior, y que no es otro que el icónico The Age Of Love, de la formación italiana homónima, compuesta por Bruno Sanchioni y Giuseppe Chierchia, editado en 1990 a través del sello Diki Records.
Sea como fuere, y a pesar de los diferentes estilos que convivieron a partir de mediados de la década de los 90 (trance, acid trance y hardtrance, fundamentalmente), con artistas consagrados como Jam & Spoon, Oliver Lieb, Paul van Dyk, Emmanuel Top, Commander Tom o Cosmic Baby (Sobre algunos de estos artistas puedes leer contenidos en este número de Vicious Magazine), es a finales de esta década de los años 90 cuando el sonido evoluciona y se convierte en el trance, tal y como lo conocemos hoy en día. Y dentro de esa evolución, jugó un papel fundamental un país y varios artistas que dieron, si cabe, mayor brillo a este estilo musical.
De Alemania a Países Bajos
Países Bajos respira trance en cada rincón de sus hermosas ciudades. Su propia cultura se ha tomado siempre muy en serio la educación musical para todos sus ciudadanos, con profesores e instituciones de primer nivel. Poseen carreras universitarias para mejorar su vocación como deejays o productores, y se han dedicado a impulsar su desarrollo.
En la televisión, en la radio y en la vida cotidiana, en general, se respira trance, y sus deejays han actuado delante de miles de personas, en grandes eventos o en fechas señaladas, con la presencia, incluso, de los reyes. Son, sin lugar a dudas, las “estrellas de rock” modernas, y esto ha sido así desde la época a la que estamos viajando. Así pues, desde hace más de 20 años, este país ha generado una gran cantidad de deejays y productores muy exitosos, convirtiéndose en la columna vertebral de la industria mundial de la música electrónica. Puedes ver la importancia de este influjo en la película Dutch Influence.
Ya hemos visto que algunas de las formaciones de trance más famosas de los tempranos años 90 provenían de Alemania. Pues bien, la hegemonía del conjunto de la escena trance, a nivel mundial, comenzó a recaer, a partir de 1999, en un nutrido grupo de productores y deejays holandeses, con Tiësto, Ferry Corsten y Armin van Buuren a la cabeza. Todos ellos procedían del famoso hardcore-orange, que se desarrolló en la denominada Escuela de Rotterdam e irradió toda Europa a mediados de los 90.
Temas como System F (uno de los numerosos akas utilizados por Ferry Corsten) – Out Of The Blue, Veracocha (de nuevo Ferry Corsten junto a otro de los grandes productores de la época, Vincent De Moor) – Carte Blanche o Gouryella (el propio Ferry Corsten junto a Dj Tiësto) – Gouryella fueron la piedra angular que configuró el primer sonido trance de esta recién surgida etapa musical, el más paradigmático de todo el género. El verano de 1999 fue tremendamente importante, porque esta nueva generación de deejays arrasó en las pistas de baile de toda Europa, y por supuesto también en Ibiza, adelantando a algunos de los selectores y deejays mejor establecidos en aquel momento, básicamente británicos, como Judge Jules, John ‘00’ Fleming o Paul Oakenfold.
A su vez, sellos discográficos como Perfecto Records (fundado por Paul Oakenfold en 1987 cuando, en un viaje a Ibiza, se percató de que ningún sello reunía la música que él poseía, y que jugaría un papel fundamental en el lanzamiento de la carrera profesional de Ferry Corsten y Dj Tiësto), Black Hole Recordings (fundado por el propio Dj Tiësto en 1997), Spinnin´Records (fundado en 1999 por Eelko van Kooten y Roger de Graaf), Cocoon Recordings (propiedad de Sven Väth, lanzado en los primeros meses del año 2000), y dos de los más importantes y que llegarían algunos años más tarde: Flashover Recordings (fundado en 2005 por el propio Ferry Corsten, y que recientemente se ha asociado con Armada) o el mismo Armada Music (que llegaría en 2003 gracias a Armin van Buuren, junto a Maykel Piron y David Lewis), crearon el caldo de cultivo perfecto para la creación y difusión de música trance en los primeros años del nuevo milenio.
Toda una declaración de intenciones que influenció, sin lugar a dudas, la forma de entender y producir la música de nuestro invitado de este mes.
Eelke Kleijn, de escuchar trance a remezclar a los grandes
Hemos llegado hasta aquí, reviviendo la época más gloriosa del trance, a partir de las palabras de Eelke Kleijn en su entrevista para en #Encasacon. Para él, los primeros artistas a los que realmente disfrutó escuchando fueron Tiësto, Armin van Buuren y Ferry Corsten, cuando contaba aproximadamente con 15 años de edad. Un trío de artistas que, como ya hemos mencionado, sin lugar a dudas fueron parte esencial de aquel movimiento y que aún, hoy en día, más de 20 años después, lo siguen siendo.
Desde 1999, un joven deejay de la ciudad de Breda, conocido como Tijs Michiel Verwest, empezaba a destacar en los clubes y festivales (no tan masivos aún como en la actualidad), en la creciente escena neerlandesa. Pero, ¿qué fue lo que hizo tan especial al trance en aquel preciso momento? Se creó una combinación de factores tan determinantes como la música, la presencia en los escenarios, los viajes musicales desarrollados en las sesiones y, sobre todo, los sonidos llenos de emotividad y sensibilidad.
Eelke Kleijn se vio impregnado por aquel trance holandés de “ensueño”, por sus cualidades oníricas y por aquellas letras que iban directas al corazón. Así, cuando estos elementos se combinaron con aquel joven de Breda, el éxito fue más que inevitable, y Tijs Michiel Verwest se convirtió en DJ Tiësto, que, entre otros grandes y numerosos logros, fue el primer deejay en tocar en vivo en el escenario de un evento tan importante y masivo como los Juegos Olímpicos de Atenas, en 2004.
Mientras estos grandes pilares marcaban la línea por la cual se movía la música en aquella gloriosa época, Eelke también se vería muy influenciado por otros dos grandes artistas de la escena, como Armin van Buuren (un enamorado de la música que comenzó a producir con tan sólo 14 años, y que es, a día de hoy, el único deejay en ser nombrado cinco veces como Dj número 1 del mundo según DjMag y Ferry Corsten (quizá el menos reconocido de los tres, pero que empezó a crear música con 15 años y que se ha mantenido siempre fiel al estilo que le hizo catapultarse como artista).
Ellos, a su modo, construyeron sus prolíficas carreras y nos dejaron un vasto legado en la escena trance del que no fue ajeno, en absoluto, nuestro invitado. Baste como ejemplo el remix que el propio Eelke Klein ha realizado este mismo año del tema original de Armin van Buuren, Blue Fear, de 1997.
Pero este tributo que Eelke ha realizado con el estilo que le enamoró en sus inicios, no se queda aquí. Famosos son sus remixes del tema Voyage, de Yahel & Eyal Barkan (sello Spinnin´Records, 2015), cuyo track original data del año 2000. No More, de Andy Moor feat. Lianne Brookson (sello Baroque, 2010), cuyo tema original se lanzó en 2002; o el de People, de Nadia Ali (sello “Smile In Bed, 2010), que sirven perfectamente para ejemplificar la devoción que sigue sintiendo Eelke Kleijn hacia el trance.
Los clubs de aquel momento
No nos produce demasiado esfuerzo mental imaginar a Eelke, en su Holanda natal (o como se denomina hoy en día al país de los tulipanes, Países Bajos), y lejos aún de los grandes eventos en estadios o festivales masivos al aire libre, escuchando, en numerosas emisoras de radio, y dejándose atrapar por una música y unas melodías que le transportaban hasta otras dimensiones. El próximo año, sin ir más lejos, el programa A State Of Trance (ASOT), de Armin van Buuren, pionero dentro de la escena trance en las ondas hertzianas, y que cuenta con más de 80 millones de oyentes en todo el mundo, cumplirá, nada más y nada menos, que 20 años.
En la actualidad, cuando se piensa en el trance, la imagen que se puede llegar a tener es la de grandes shows en grandes espacios, pero este estilo también proviene de aquellos clubes oscuros de los años 90, ya que la clave siempre ha sido el baile. Y es aquí donde situamos a Eelke, con tan sólo 15 años, explorando las numerosas oportunidades que la escena neerlandesa le ofrecía.
Aquellos años de finales de la década de los 90 estuvieron llenos de hedonismo, y Eelke no fue ajeno a todo ese movimiento. Sin olvidar, por supuesto, que el trance es un viaje emocional, muy relacionado con los sentimientos de cada uno, numerosos clubes de ciudades importantes, como Ámsterdam, Utrecht, Leiden o Rotterdam, se apuntaban ya un tanto en lo referente a la escena de clubes: salas como Melkweg, Nexus, Escape, Club Nyx, Paradiso, Panama, Radion (una antigua nave industrial que congregaba raves similares a los warehouses británicos), Ruigoord (una antigua iglesia en medio de un bosque reconvertida en emblema de la cultura clubber), VLLA, AT301, Warehouse Elementenstraat, Trouw, Club 11, Shelter (un antiguo búnker de guerra en cuyas paredes resonaban las más conmovedoras melodías), Maassilo o Toffler, establecieron (y aún, hoy en día, muchas de ellas siguen estableciendo), unas raíces muy profundas dentro de la escena trance del país.
Y es así, entre la nostalgia y los buenos recuerdos que asocia con sus propias experiencias de vida, como Eelke continúa conectando hacia esos pasajes musicales. Un artista que ha crecido, en la búsqueda de un desarrollo personal y profesional, que sólo él conoce mejor que nadie.
El sonido trance sigue evolucionando, va tomando nuevos rumbos, conquistando nuevas audiencias, mezclándose con referentes culturales de todas partes del globo, creando nuevas formas… Y Eelke, a buen seguro, seguirá tomando nota de ello. Porque el que tuvo, retuvo.
Iván Morales para Vicious Magazine.