El afrohouse es ese estilo musical que nos lleva a la polirritmia africana, sus endiablados y sudorosos ritmos cruzados y esas percusiones hipnóticas, profundas y frenéticas que tan bien se unen a los ritmos del house.
Hay algunas voces autorizadas que se atreven a decir -metafóricamente hablando, claro- que África es el lugar de origen del house. Y están diciendo una verdad, pero solo a medias, ¿eh, amigos de Chicago?
Igualmente, si apuntamos al continente negro como el espacio en el que se produce, hoy en día, el mejor house africano del planeta tampoco estaremos dando en la diana, al menos en su centro. Y a partir de estas dos interesantes pseudocertezas vamos a ahondar en el vibrante, luminoso y colorista afrohouse.
¿Te animas a bailar bajo un sol sonoro que, sobre todo, brilla en lo alto de la noche?
El sabor acaobado de instrumentos como tambores, maracas, kashakas, gonkoques, koras, fiddles, mbira, arpas, arcas, flautas y trompetas. Todo ello sustancia una extensa, ancestral y riquísima sonoridad de la que han sabido beber innumerables estilos musicales de los que disfrutamos a diario. Y esa amplísima y sabrosa música africana ha sabido dejarse llevar por las hedonistas querencias electrónicas del house, ese estilo del que tiene tanta culpa. Y así se cierra el círculo.
Afrohouse, mezcla y sabor
La definición técnica de afrohouse no deja lugar a dudas. Se trata de música africana tradicional, mezclada con la canónica base rítmica del house. Antes de meternos en más harina, huelga decir que gran parte – ¿o son todos? – de los estilos de música que bailamos en los clubs de electrónica, tienen a África en sus más abisales raíces.
La potente impronta de los sonidos negros o afroamericanos -tanto en el jazz, como en el funky, el rock o el techno, el house, el hip-hop o el trap, entre otros muchos géneros preponderantes y masivos- es una evidencia reconocida por todos y sin discusión. Lo negro siempre suena alto y bien.
Música para escapar, educar, bailar o, incluso, hacer ganar dinero
Y es que, desde tiempos inmemoriales, nuestros hermanos africanos siempre tuvieron claro que la música es algo vital para ellos. En África la música es utilizada para muchas cosas: escapar de la realidad, educar, expandir mensajes políticos, reivindicar una sociedad más justa e igualitaria para las mujeres negras o, incluso, para hacer negocio con ella.
Pero para la gran mayoría de africanos la música es algo hecho para divertirse y bailar. En familia y rodeados de amigos. O acercando comunidades y a personas de muy diferente origen. Por eso la consideran algo mágico y único.
Seguramente la gran primera rave se celebró hace miles de años, al son de tambores primitivos y hasta las cejas de ibogaina, danzando junto a un fuego purificador y, todo ello, al caer la noche sobre la sabana.
Más allá del Yeke Yeke
Pero no ha sido hasta hace realmente poco -desde los años 90 y, sobre todo, ya bien entrado el siglo XXI- cuando desde Occidente se ha empezado a darle una visible y merecida importancia al sonido de África, sobre todo desde la industria de la música electrónica.
Podemos afirmar que, hoy en día, estamos asistiendo a una modernización profunda de todos esos estilos que desde tiempos ancestrales han estado alegrando la vida por aquellos extensos lares y que, desde hace unos años, han pasado a ser, gracias al afrohouse, uno de los géneros que más popularidad y demanda está alcanzando entre los clubbers de todo el planeta.
Sí, ha llovido mucho desde que la popularísima e hiperpinchada versión de Richie Hawtin, del clásico Yeke Yeke del griot guineano Mory Kanté, pusiera los clubs patas arriba…
El house siempre estuvo ahí
Con un tempo más calmado y múltiples influencias de la música black, el afrohouse tiene una vertiente social (de denuncia) que para nosotros -los occidentales- resulta, como mínimo, curiosa, hasta llamativa.
Cuando a los artistas de dicha categoría musical, se les habla de afrohouse, dicen que siempre ha estado ahí, el groove y la vibración son parte de sus vidas y color de piel. Solo que no tenían un nombre, hasta que finalmente alguien decidió llamarle house.
Una rica mina, sin fondo conocido
Los que entienden de ritmos, saben que la mixtura entre el folcklore africano y la música electrónica es una feliz colisión. Ya sea el 4/4 del house o el techno y los sonidos breakizados del bass. O los ritmos destellantes e hiperpulidos del future-house, es una rica mina, sin fondo conocido.
De hecho, en la misma África hay nuevos estilos surgidos de esta sinergia entre estilos mayoritarios de la electrónica con el afrobeat nigeriano, el soukous congoleño, el makossa camerunés o el highlife de Ghana y que han dado lugar al azonto ghanes, el galala nigeriano, el hlokozola sudafricano o el mapouka de Costa de Márfil, entre otros.
La escena musical africana contemporánea es tan desconocida para Occidente, como capaz de crear cientos de subestilos -sobre todo en las zonas urbanas- con los que no podemos ni soñar.
Y es que en cualquier esquina te puedes encontrar a un niño haciendo una música increíble. Y le preguntas cómo la hace y te muestra un ordenador portátil totalmente desfasado, utilizando un programa antediluviano, produce con un solo monitor y se las ingenia para hacer algo tan innovador que nadie lo ha podido imaginar aún. Los africanos intentan sacar el máximo partido a las escasas oportunidades que se les presenta.
Sin ir más lejos el house sudafricano, facturado en marzo de 2021, tiene influencias del maestro Fela Kuti y disfruta de percusión de fondo; es más lento, menos agresivo que el occidental. Sabe nutrirse del tradicional ritmo del kwaito sudafricano, pero también bebe del hip-hop, del drum & bass y de los sonidos urbanos europeos de última factura. Pero también del soul, del góspel y de la voz de cantantes afroamericanas, como la mítica Aretha Frankin. Así nada puede salir mal, ¿verdad?
Y claro, todo este bullir no es algo que haya pasado de largo entre los productores de house oriundos y foráneos que dan forma y sustancia a lo que hoy llamamos afrohouse. Los principales protagonistas de dicho estilo se sitúan, tanto en sus modestos home estudios en barrios periféricos, caso de los townships, de ciudades como Johannesburgo, El Cairo, Kinsasa o Casablanca, como en lujosos estudios del centro de París, Berlín o N.Y.
De hecho, la referida y referencial Sudáfrica se ha convertido en el principal epicentro del house africano. ¿Quién no conoce y ha bailado al son de Black Coffee super top del afrohouse a nivel planetario- o de Culoe de Song (mención especial a su remix del tema ‘Webaba’, del fallecido Busi Mhlongo, que publicó Innvervisions en 2009)? ¿Y de esos Mafikizolo, Aerlo Manyelo y Koyla -entre otros muchos- que no les tienen nada que envidiar (salvo los ceros de sus cachés, claro)?
El afrohouse es el house con mejor salud del planeta
¿Podemos afirmar pues que el afrohouse es el house, valga la redundancia, que goza de mejor salud en este 2021 aún pandémico? Sin duda. Y el que tenga duda que se meta en la red y busque los sonidos de DJS, músicos y productores, de muy diferentes latitudes y nacionalidades que conforman este estilo.
También merecen mucha atención artistas afrohoussies de la talla de Shimza, Ralph Gum, NDinga Gaba, Mabiisi, Oscar P, Hallex M, Cee ElAsaad o los ya referidos Black Coffee y Culoe de Song.
Y en España disfrutamos con Afrosoulvisions, Kiko Navarro, Valentín Huedo, BeGun, Pablo Fierro o Be.lanuit, entre otros amantes y practicantes del afrohouse con denominación ibérica.
También es de mención obligatoria Dj Floro, aunque más centrado en el afrobeat. Igualmente merece la pena referir al potente ascendente que tiene el house africano en la música de artistas tops, y celebérrimos, como Jeff Mills, Blondish, St Germain, The Chemical Brothers, Ácid Pauli, Bob Sinclar, Little Louie Vega o Disclosure, entre otros muchos.
Una escena imparable, en constante crecimiento
Países como Zambia, Angola, Mozambique y Uganda, Kenia o Sudáfrica disfrutan de una escena clubbing tan desconocida como alucinante, a la que cada vez se suman más artistas y clubs. El interés general por la música electrónica, y el afrohouse en particular, no para de crecer.
No por nada, antes de la pandemia, cada vez llegaban más djs africanos a Ibiza, tras el rastro-y al amparo- de Black Coffee, entre otros. No podemos olvidar que la desaparecida RBMA aterrizó, en 2003, en Ciudad del Cabo.
Y que desde la dirección del Sónar de Barcelona se presta atención al afrohouse en cada una de sus ediciones. También que en la revista DJMAG se han escrito reportajes sobre la escena sudafricana. Mixmag ha activado varios de sus Labs en Johannesburgo.
Y en lo que respecta a festivales recordamos que Ultra Music ha celebrado una de sus ediciones en la capital y el Burning Man puso en marcha su edición Afrika Burn, en el parque nacional Tankwa Karoo, al suroeste del país.
Mira para abajo. África te espera con su house caliente, mestizo y mutante. Y no lo dudes, allí se está cociendo, ahora mismo, el futuro de la mejor música electrónica.
🖤Nuestra selección de imprescindibles del Afrohouse
Gabriele Poso, Beppe Loda, FNX Omar, Joe Claussell, Djinji Brown, Osunlade, Kerry Chandler, Etherwave, Dennis Ferrer, Floyd Lavine.
Hyenah, Mujava, C Minor, Kususa, Mijangos, Nickodemus, Amine K, Danny Boy, Drunky Danniels, Manoo, Guedra Guedra, Bun Xapa, Afro Pupo, Paki Palmieri, Ameme, DJ Nigga Fox o Djuma Soundsystem.