La cuarta edición de Sónar Lisboa vuelve a superarse. Año tras año, el festival afina su propuesta, reuniendo artistas que están hoy en la cima de la música electrónica más vanguardista. No por popularidad, sino por su visión musical, su aportación al presente de la pista de baile y su capacidad de marcar el rumbo sonoro del mañana.
La localización se mantiene: el Parque Eduardo VII, en el corazón de Lisboa, rodeado de hoteles, con los tres escenarios principales ubicados a escasos metros unos de otros. Sin solapes, no hay interferencias. Cada espacio tiene su propia atmósfera, y la sonorización esta edición ha sido sencillamente excelente.
El ambiente fue tan diverso como enriquecedor. La asistencia cambia cada día, el domingo volvió a destacar como el día más cultural y abierto de todo el fin de semana.
Viernes: rave y la precisión milimétrica
El viernes comenzó fuerte con la actuación de Zeynep, que sorprendió con una fusión de breaks, techno y espíritu rave que encajó perfectamente con la energía que se respiraba en el recinto. A continuación, Jennifer Cardini elevó la temperatura con su mezcla de indie dance, electro y disco futurista, marcando un set potente y elegante.
Richie Hawtin entregó uno de los sets más redondos del día. Arrancó con electro, se movió hacia el acid techno con esencia detroitiana y ofreció momentos de impacto visual y sonoro dignos de una experiencia inmersiva. Fue un directo hipnótico, lleno de tensión, precisión y psicodelia.
Modeselektor, en formato DJ set, mantuvo el nivel con un repertorio ecléctico donde no faltaron clásicos como The Bells o Born Slippy. Y para cerrar el viernes, la asturiana Jass nos regaló un set sofisticado, sólido y muy bailable, lleno de mezcla inteligente y evolución rítmica. Una forma brillante de terminar la jornada.
Sábado: Lisboa vibra, la música se desborda
Tras una mañana de paseo y desayuno por la ciudad, Sónar by Day arrancó con fuerza. El Parque Eduardo VII estaba a rebosar, con un ambiente vibrante, sin incidentes y con una energía contagiosa.
El sábado destacó por la variedad. DJ Firmeza y Nick León ofrecieron sets cargados de identidad y riesgo. Maria Callapez mostró un techno afilado y preciso. OR:LA sorprendió con su mezcla de techno experimental y breaks que rozaban el big beat. Y Josh Caffe —una de mis actuaciones más esperadas— no decepcionó, incluso sin el saxofonista y sin uno de los componentes de Paranoid London: Craig Louis Higgins Jr. Brilló por su presencia escénica, selección y carisma.
El cierre del día vino con Underworld, reinterpretando clásicos con maestría, y una explosiva KI/KI que trajo bakalao y hardstyle al club, una línea que más tarde retomaría Héctor Oaks en la noche.
Sónar by Night: vinilo, visuales y techno mental
El sábado por la noche arrancó con Caring b2b Dexter en clave techno-electro, seguidos por Marcel Dettmann con un live introspectivo y minimalista. Luego llegó Héctor Oaks con su sesión a vinilo, técnica impecable y espíritu bakala, recordando lo mejor del levante español.
Nina Kraviz fue un torbellino. Su set navegó entre lo sintético, lo experimental y lo directo, con visuales intensas, flashes rojos y mensajes crípticos que sumaban a la experiencia.
Anetha, al frente de su concepto EXHIBIT, cerró con contundencia: techno clásico mezclado con tendencias duras, precisión en los cortes y una narrativa clara. El Sónar Club se mantuvo lleno hasta el final, demostrando que el pulso del festival no baja nunca.
Domingo: cuando la cultura se impone
El domingo fue el día de la resistencia. Tras más de doce horas de música el sábado, tocaba darlo todo una vez más. El público del domingo —más selecto y cultural— se volcó con cada actuación.
Bashkka y Ogazón ofrecieron un b2b dinámico y elegante. The Blaze, aunque más mainstream, aportaron un momento de pausa melódica. Juliana Huxtable fue uno de los grandes descubrimientos del festival: su set de break, rave, electro y techno fue puro fuego.
Max Cooper volvió a dejar huella con su show audiovisual, combinando jungle, experimental, rotura rítmica y sus mejores piezas. Luego, el b2b entre Valesuchi y RHR sorprendió por su potencia, técnica y fusión entre sonidos brasileños, techno y electro.
El cierre con Jeff Mills fue sencillamente histórico. A sus 61 años, sigue siendo el referente. Su set fue una lección de vanguardia, groove y elegancia futurista. Y su solo final con la 909 dejó al público sin aliento. Una ovación cerró el festival. Imposible pedir más.
Sónar Lisboa 2025 no solo ha cumplido expectativas, las superó . Tres días de vanguardia, sonido impecable y una programación pensada para descubrir, aprender y bailar sin descanso.