Ni el frío invernal de Madrid pudo frenar lo que sería una velada para recordar por los amantes de la música electrónica y es que CODE es sinónimo de techno y Fabrik, el epicentro de este terremoto musical, convirtiéndose en uno de los eventos más prestigiosos de este género a nivel internacional. CODE es una comunidad, un modo de entender la música como una forma de expresión más allá del baile.
Los bajos comenzaron a retumbar en la emblemática sala a partir de las 17:00 de la tarde con las sesiones de Thr3mind en la sala principal y Valley en la terraza; pero no fue hasta las 20:00 cuando llegamos al parking de Fabrik y comenzamos a bailar al ritmo frenético de las canciones que sonaban en los altavoces, a todo volumen, para poder entrar en calor. Durante las horas que pasamos ahí disfrutando de los primeros sonidos “techno” de la noche, mezclados en ese ambiente, no pude evitar recordar las míticas raves europeas de los años 90; la indumentaria, la música remember, los pasos de baile… todo ello hizo que me trasladara a una época pasada.
Recorrimos la cola para entrar en el club, por fin pudimos entrar en el templo de la música electrónica de nuestro país. Nuestra noche comenzó en la sala principal de la mano del prolífico Paul Ritch, con su melodía armónica, bailable pero también con toques contundentes y minimalistas, nos hizo disfrutar de su set durante casi dos horas.
La verdad es que no podría haber comenzado mejor el sábado noche.
Después de escuchar un techno de lo más underground, con la pista caldeada gracias al dj francés, quisimos escuchar algo todavía más fuerte por lo que nos movimos hasta la Crystal Dome, con sus cristaleras donde resuenan los tracks más potentes del momento. No.Dolls el dúo de sangre latina formado por Candy Cox y Daniela Haverbeck nos deleitó al más puro estilo hard techno, con una auténtica tormenta musical caracterizada por los sonidos más duros y oscuros.
Según nos movíamos hacia la satélite para poder deleitarnos del live del emergente DJ Egbert cada vez veíamos a más gente por todos lados, la mayoría jóvenes, fieles al sonido CODE. El holandés es uno de los músicos más prometedores de la escena electrónica de su país y gracias a su energía y frescura, zapatilleamos durante la hora y media que duró su sesión.
Sin apenas darnos cuenta, se hizo un breve silencio, lo que significa que comenzaba el set de la aclamada, Monika Kruse, pionera del techno en Europa, siguiendo la línea del artista anterior con un sonido futurista, propio del género trance.
La potencia musical iba in crescendo a medida que transcurría la velada y los artistas iban sucediéndose sala tras sala. Por supuesto nosotros no queríamos perdernos ninguno, pero era imposible estar en todos los sitios a la vez. Sin duda, sabíamos que Hangar recogía el mejor cartel de todo el club, por lo que durante la mitad de la noche no se podía entrar debido a sus interminables colas. Fue una pena porque nos hubiese gustado disfrutar de la música industrial y agresiva del poderoso Kobosil, que con solo 24 años de edad es residente del famoso club berlinés Berghain.
Como no queríamos perder el tiempo parados, volvimos a la sátelite pero para nuestra sorpresa encontramos la sala Club Area, donde pudimos bailar los últimos compases del artista Spartaque. Un cierre brutal, lleno de energía, la gente gritaba y bailaba con la ayuda de los míticos abanicos que publicitan la CODE. Nuestras ganas de divertirnos y relacionarnos con los demás aumentaban al igual que bpms.
Tras el closing del influyente dj ucraniano, a los platos se pusieron a pinchar a través de un b2b Eric Sneo y Dj Murphy, que demostraron la gran capacidad de concentración y una complicidad incomparable entre ambos músicos. El momento más sorprendente de la actuación fue cuando mientras Eric tocaba una batería electrónica, su compañero Dj Murphy mezclaba los tracks en formato vinilo.
Teníamos el gusanillo de no haber podido entrar aún a la sala Hangar y en mitad del set de los anteriores artistas, nos trasladamos hacia allí. Para nuestro asombro, había una multitud agolpada en una de las puertas, sin embargo en la segunda entrada no se encontraba nadie por lo que corrimos hacia allí y pudimos gozar de lo que para todos nosotros fue el mejor momento de la noche, el closing de la CODE de mano de I Hate Models. Agotamos todas nuestras fuerzas, la ocasión lo merecía, se trataba del cierre. A través de los ritmos más industriales y ácidos del artista perteneciente al género EBM, los vocales presentes hacían que el público tarareara las canciones, consiguiendo una cercanía y unión inigualables.
A pesar de que la música cesara, podíamos ver una sonrisa en los rostros de la mayoría de los asistentes. Para todos los que vivimos esta gran fiesta, será una de esas noches difíciles de olvidar, mil y una historias forman parte de las vivencias de cada uno.
Solo podemos dar gracias a los organizadores del evento, César Almena y Nuke y todo el equipo de FABRIK, por traer cada año a estos pedazo de artistas. Esperamos poder disfrutar el próximo año de esta gran fiesta y que dure como mínimo dieciséis años más.
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