Cerca de nueve años lleva al pie del cañón uno de los sellos nacionales más influyentes y gloriosos del momento. Esto no le ha sido regalado o le ha venido por suerte, Suara bien sabe que quien algo quiere algo cuesta, pero que todo esfuerzo siempre acaba teniendo su recompensa. En el caso que nos ocupa, la recompensa bien podría ser que su propia fiesta haya concentrado a grandes artistas, tanto de fuera, como de dentro de nuestras fronteras. Madrid pedía a gritos una Suara Night a lo grande y la tuvo. Y tenemos que decir que los rumores eran ciertos, los del sello de los gatitos son expertos en hacértelo pasar de sobresaliente.
Estábamos como niños la víspera de Reyes: felices, desbordantes de pura energía, puro frenesí. Ni esta repentina ola de frío que asola toda la península congeló las ganas que teníamos de bailar y de disfrutar de uno de los showcase más demandados y sugerentes en la actualidad. El sello más gatuno de la música electrónica posó sus peculiares zarpas en nuestra metrópoli y con ellas consiguió a todos arañarnos el alma, adentrarnos en ella a base de techno y tech house.
A pesar de que, como ya hemos dicho, las temperaturas de fuera no acompañaban, eso no supuso un problema para gozárnosla como tocaba, en una noche especial, de estreno, donde nos encontramos con una discoteca como es Fabrik, emanando sin freno alguno buen rollo, con una música que rápidamente nos hizo entrar en calor. Por eso tampoco quisimos hacer más larga la espera y entramos sin más dilación.
La última conquista de Suara: Fabrik
Traspasamos las puertas de la entrada y esa aura mágica que porta siempre la sala se nos impregnó en cada uno de nuestros sentidos, sabíamos que estábamos en casa y que lo que nos esperaba iba a ser especial y atípico. Para comenzar nos asentamos en una main que poco a poco iba acogiendo a toda personalidad felina que deseosa estaba de bailar, de divertirse con algo más que un ovillo de lana, desprendiéndose de toda preocupación y centrándose en el plato principal: la música.
Cuando llegamos, un dinámico Dosem estaba siendo el encargado de sacar a relucir toda la buena vibra que inundaba la sala. Luces azules, rojas y blancas la iluminaban, mientras que en las pantallas de los laterales de la misma aparecía el nombre del sello, recordándonos que estar viviendo algo así era un premio. Como también lo fue su actuación, que nos dejó un tech-house intenso y vivaz, perfecto para ir haciendo hambre y acabar más tarde saboreando el menú al completo.
Paralelamente a la actuación del catalán en la principal, el israelí Yotam Avni mostraba su característica majestuosidad a la sala satélite, donde por suerte había espacio suficiente para bailar lejos del agobio, rodeados de paz. Nos puso las emociones a flor de piel, extrajo de nosotros una sensación onírica, pero real que sin duda era difícil de igualar. Se decantó por un set muy melódico, de raíces tribales e intrínseco, donde sonidos naturales provenientes de distintos instrumentos crearon una atmósfera perfecta que nos mantuvo durante su actuación conectados a su esencia y que recreaban a la perfección temas suyos como Tikkun o This is How. Era la primera vez que teníamos el gusto de verle, pero os aseguramos que no será la última.
Antes de que diesen las 2:30 de la madrugada volvimos a una Main Room rebosante de felicidad, donde a punto estaba Dosem de cederle la cabina a un simpático y divertido Uner, fundiéndose en un fraternal abrazo con él. Comenzó con un ritmo tropical, sabroso y atractivo que llevó hasta el final, el cual no nos permitió estar quietos un instante. Temas como Virgo Storm de Ilario Alicante o Solace, el nuevo tema de Pan-Pot, sonaron con gran éxito durante su sesión. Su depurada técnica y su buen hacer nos mantuvieron en pie como buenos amantes de la música, con un tech-house muy centrado en sonidos de tambores e instrumentos de percusión, muy tribal, que dio vida a una hora y media inolvidable.
No obstante, tampoco nos quisimos perder a otro de los platos fuertes de la velada, al menos para nosotros. Por eso emprendimos el corto camino que conduce a la satélite donde, tras su máscara roja encontramos a un Redshape con ánimo de hacernos viajar por los confines de sus propias y envolventes texturas. Con un live de diez, el alemán supo consagrar su extravagancia y que se extendiese desde el principio hasta el final de la pista, con un entusiasmo que fácilmente se pudo palpar en la fuerza que adquirió su actuación, mucho más dinámica de lo que se esperaba, con un techno ecléctico y potente que enloqueció del gusto a todos los allí presentes. Su tema estrella, Tel Aviv, hizo acto de presencia, pero también lo hicieron otros como Rome o Paris, y con ellos rompió todos los esquemas haciendo que deseamos que aquello fuese eterno. Ojalá lo hubiese sido.
Menos mal que estaba el estadounidense Stacey Pullen esperando el relevo para que no decayese el ánimo. Cogió el testigo con decisión, y la plasmó con tracks más houseros, pero sin separarse de sus raíces provenientes de la segunda ola del techno en Detroit. Las luces verdes de la sala hacían que nuestra ilusión resplandeciese en todo su esplendor, se acopió de ella y de toda clase de buenas vibraciones para transmitírnoslas de forma mágica, en ocasiones calmada en otras enérgica y siempre con una sonrisa de oreja a oreja, inmerso en su felicidad interna, alegrándose por la externa. Nos teletransportó a un paraíso terrenal que amenizó con temas como Searchin de DJ Bee, Echoes of Elyma de Horatio & DJ Dep o Go On de Fabio Ferro.
Pero a esas horas, The Big Cat nos reclamaba, oíamos sus maullidos y acudimos a la llamada: Coyu estaba a punto de comenzar. El comandante de aquella felina tripulación llegó para dejar bien claro por qué Suara es mucho más que un sello, es un estilo de vida que predica consigo unos valores libres y solidarios, fácilmente reconocibles en cada uno de sus temas, de sus éxitos y de su fiel comunidad que no para de crecer y que se hallaba allí para bailotear hasta el amanecer. Con contundencia y sobretodo pasión, el jefe de la fiesta puso patas arriba una Main Room que concentró en sí la mejor de las sensaciones. Temas como The Bells de Jeff Mills o —el ya mítico y que siempre estamos agradecidos de escuchar— Acid de Nick & Danny Chatelain, del cual tiene su Raw Mix cincelaron un momento estelar donde el buen techno fue la tónica esencial del mismo. Se le veía disfrutar como un niño.
Impaciente esperaba también su turno Ramiro López, quien tenía mucho que ofrecernos y que sin duda alguna nos brindó. Fue elegido como el artífice que pondría punto y final a un evento que concentró en la Main Room a lo mejor del panorama nacional, así como a muy buenos artistas internacionales, que transmitieron vitalidad a raudales en la sala contigua. Descargándose de toda la fuerza que le es característica nos hizo vivir unas últimas horas llenas de encanto, con tonalidades muy dinámicas, donde predominó el tech perceptible en temas suyos como Even Flow así como Conspiracy of Ravens de Spektre. Nos mantuvo fascinados hasta el doloroso momento de decir adiós de forma perfecta a una noche donde nos sentimos en familia.
¡Espera! No podíamos irnos de allí sin antes haber catado al británico Mark Broom, que también tuvo el honor de cerrar, pero en la satélite. Se vio su polivalente personalidad en una sesión donde juntó algo de minimal, con techno y house. Temas como Never Grow Old de Floorplan, The Funk Phenomena de Armand van Helden o su propio track Things —con el que finalizó— nos propulsaron al éxtasis. Lástima que nos teníamos ya que despedir.
Sin duda alguna una noche que, para nosotros pasará a la historia y que nos ha dejado con ganas de más, pues es un hecho: allá donde va el orgullo gatuno acaba conquistando todo lo que se le pone de por medio, bien sea Beatport, un club o el alma de todos los que le siguen y lo acaban predicando. No vemos la hora de tener de nuevo por estos lares la siguiente, nos negamos a esperar tantos meses. Volved pronto mininos, nos habéis encantado. Está claro: «It’s all about music…and cats!»
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